viernes, 30 de marzo de 2007

LOS MARZOS DEL ONCEEME.



Podría ser Pablo y estar dormido,
Y el despertador con pilas terminadas,
Sobre mesa en fórmicas laminadas,
Reloj de la marca Seico dorado.

A las seis y media en sueño rígido,
Levantándose por obligaciones mandadas,
Como diarias sus ilusiones citadas,
Ya en pie el lavabo le es sometido.


Su maquinilla azul bien afilada
Cepillo dentrífico de dos colores
Masaje y colonia de Antonio Miró.


Con mantequilla desayuna su tostada,
Con traje, corbata y zapato hace primores,
Y diciendo nos veremos esta tarde, expiró.




Mi futuro sur de Europa es España,
Y ya en Madrid en ilegalidad,
En trámites que hagan felicidad,
Ahorro con mis sueños que son mi hazaña.


Blanca y morena y con muy buena entraña,
La emigrada cambia su identidad,
Lejos pueblo, país e infertilidad,
Por cambiar, trabajando con gran maña.


El sábado llama a su Rumania,
Abrazando una lengua de Quijotes,
Y hasta a un Sancho Panza, posibles euros,


Sol, que al dar pan, no le tiene manía,
Gente que por miradas le ha dado azotes,
Y también los desprecios más impuros.


Y se parecen todos, en destino,
Y vienen con los ánimos europeos,
Y aquel día, después de dejar sus aseos,
Y con bocadillo de aluminio fino,


Levantados, en serie como viña de vino,
Suben a un tren a conseguir sus trofeos,
Pan de trabajadores, como fuertes orfeos,
Esperanza titulada, español extrafino.


Y dejaron su país por el qué cambiar,
Y raíces, al lado del mar Atlántico,
Un océano que a veces es grande en tristeza,


Añoranza que nervios crispa en aliviar,
Cuando en las sábanas tapan lo más trágico,
Ser inmigrante, apariencia y entereza.




Eran pareja, y en tren acompañantes,
De la mano, laterales en caricias,
Junto a algunos besos, a veces noticias,
En la madeja del soñar por amantes.


Para el mediodía, en buscar restaurantes,
No perderían el tiempo, en buscar delicias,
Algo de picar, y existir sin avaricias,
Y café con hielo, como buenos veraneantes.


Me gustó el sofá del tienda amarillo,
Y la lámpara del Corte Ingles marrón,
Para el nido que el amor preparará.


Llámame para volver, soy pajarillo,
Que sin tu lado, estar sólo y sin amparo,
No quiero estar, pronto el casamiento prepara.







Mañana en examen, sin cobardía,
Sacaré chuleta, por preparada,
Es selectivo y me juego toda la hornada,
Por el exigente profesor de economía.


En tren, como honrado estudiante en cortesía,
Leía y medio estudiaba la jugada,
Los tres primeros temas son chupada,
Y a los últimos les tengo manía.


Esta semana Santa, por Santa semana,
Marbella será, descanso en temporada
Y espero volver, experto en continuar.


Y por la tarde le diré a mi hermana,
Que euros suelte, si no es malhumorada,
Y devolveré cuando compre ajuar.





A sus veinticinco años y nombre de bautizado,
Uno ochenta y cinco y un carácter brillante,
Por jovial, afectuoso y estudioso flamante,
Un día de Marzo empieza a ser buscado.


Todo español de orden es movilizado,
Con avisos de una respuesta al instante,
Con ansias de que el futuro constante,
Dé porqués, al suceso desesperado.


En la primavera y almendros almidonados,
El volcán de los raíles termina con fin.
Informático por profesional, deseaba ser.


Y haciendo por jovi amigos conservados,
El verano sentiremos calor sinfín,
Y esperanza que el tiempo nos haga entender.




Y volaba con alas metálicas,
Porque su sueño esforzado, sin tregua,
Era realidad tangible, como fuerza de yegua,
Con el constante vuelo de prácticas y más prácticas.


Niño sin miedo en noches empíricas,
Sereno, como sujeto a la paz del agua,,
Teniendo padres, como amistad ambigua,
Es navegante en barcas de aire idílicas.


Cuando parta de Barajas rumbo a América,
Saldremos a la terraza con mano erguida,
Y quiera Dios que vuelva, pues le acompaña.


Nuestro aviador de plomo es de estética,
Nuestro hijo amado era de salud protegida,
Nuestro regalo fue disfrutar de su hazaña.





Pienso que estará cantando con voz de soprano,
En el cielo donde el mal superado,
Por eterno es más fuerte y alejado,
Donde el no ver es creer, por lo lejano.


Dicen que cantaba como músico cristiano,
Por decisión de joven, ayuda al necesitado.
Intentó reír, estudiar y por los suyos ser amado,
Y su final, fue, principio por la fe no en vano.


De Filipinas, país del lejano Oriente,
En comienzo a valorar, Europa y occidente,
Y carácter que bien sabía interpretar,


Subió a un tren, para a muchos apretar,
Y cuando miraba la naturaleza en Aleluya,
Y en segundos teológicos golpeó la bulla.





Los dos preparaban semana Santa,
Como viajeros, siempre de coche y no de tren,
Pero el trabajo de sus sueños era sostén,
De conseguir lo que por valor se amamanta.


Lo tomaba a la par, y siempre la segunda planta,
Ella junto al cristal, caprichosa de andén,
Como minuciosa observadora, tomando el polen,
Como mujer por la belleza que transplanta.


El destino parecía ser la Ibiza azul,
Y el romántico crucero de la Transmediterránea,
Y en cala San José enamorados,


Reír, con ibizenco vestido de gasa y tul,
Y sin sospechar la barbarie contemporánea,
Su mundo calla a las doce, como reloj de dardos.





Callada y personal, de carácter jovial,
Funcionaria, distinta a la de Larra,
La de aconsejar vuelva usted mañana, en jarra,
Y suspirando acababa con saludo cordial.


Nunca confundida, pues le era primordial,
Ser entre todos normal, como uva en parra,
Encontrando la esperanza que el bien amarra,
Queriendo ser azucena, olor de mañana inicial.


Nuestra consciencia se forja en palabra, que nos es cadáveres,
Porqué, además de tus fotos enmarcadas,
Y tu carnet plastificado, y tu sonrisa,


Tu alegría, no es desierto en los mares,
Ni tu vejez llega a ser prolongada,
Pero eres tren, que sigue por no tener prisa.





Era bebé, como primaverita del Este,
Blanca como ángel, que en sus alas no dormía,
Hija de una inmigración, que en futuro partía,
Siempre con vistas al Mediterráneo celeste.


Sus ojos ojitos, miraban al noroeste,
Y en cuna aminorada, en moisés solía
En llanto avisar, por si padecía,
Y al chupe, chupar sin que nadie moleste.


Rubilla europea de belleza inquieta,
Con cuatro meses en cada piececillo,
Con su babero de mapa enfrutado


Tomaba papillas, que el estomaguito aprieta.
Y sonajero colorado y redondillo,
Sonido y eco son, de un mar levantado.




Y abril no llegó porque se hizo fuga,
Y el aroma de Mayo, en flor, parado,
No es novedad, por causa de rosal espinado,
Reloj que ha hecho lento como tortuga.


Y el último arroyo vivo, no tiene arruga,
Por malvado interés que lo ha sepultado.
Y los prados en tierras, de almendro florado,
Nos hace verlo todo con preocupación y fuga.


Pajarillo mendigo en vueltas, vuelas,
Evaporando los temores de los no fallecidos,
Que como ramas cortadas, naciendo sangran.


Desasosiego infinito, como dolor de muelas,
Por continua espera, sin ver más a los queridos,
Mientras ánimos, entre todos, integran.






Esculturas a cientos, sentadas y levantadas,
Las que ya son recuerdos, como ventanas abiertas,
Como el tiempo que siempre balancea en las inciertas
Circunstancias, en once de Marzo y abrumadas.


Excluidos de la vida por ideas malvadas,
Cicatrices de odio, grande, que han dejado desiertas,
Las primeras vacaciones, posturas inexpertas,
No inocentes, erróneamente dadas.


Relinchan truenos de música religiosa,
Con sabor a rayos, chocan contra la pared,
Y el honor se arrodilla ante las velas y flores,


Ejercicio de oscuro peso y voz deseosa,
Barrera de hierro, deja de ser mar y red,
Hasta que el tiempo cure, las ideas creadas en errores.





Los más enamorados del tren, que un sábado
Que no llegó, se daban sus anillos redondos;
Marta y Luis, con ahorros y secretos hondos,
Obtendrían título de casado.


Y en dormitorio en nogal acaramelado,
La cuna para lo que venga, y hasta dos,
Con las sábanas de patitos bordados
Y chupe en plástico bien engomado.


Y ya cuando el tiempo nos haga juntos,
Y me llames siempre hasta en madrugadas,
Tráeme mis preferidas rojas rosas.


Haremos por criar, siendo toda la familia puntos
Como en mapa, en sonrisas prolongadas,
Siempre soportándonos, pero en todas las cosas.






Estación costumbrista por emblemática,
Castiza, señorial y de lo español muestra,
En el Madrid de siempre centro de la palestra,
Con trenes antes enmaderados de rústica.


Personas disfrutando de la plática,
Con bocadillo de tortilla que es tan nuestra,
Tren de va y viene, hasta la noche que es nuestra,
Pero Atocha no duerme, como si fuera botica.


Atocha se ha despertado con luz de vela,
Con golpe dado a sus pies, que son raíles,
Terremoto volcán de odio expulsado.


Distinguida como estación , uno mismo apela,
Solamente al silencio, como habitación de frailes,
Como capilla dice sí enamorado.





Por fruto que herede, sólo tuvimos un hijo,
Y para nosotros todo era opaco y transparente
Mirando con el color más transparente,
Con futuro de ilusión siempre fijo.


Guillermo, nos hizo cruzar el Atlántico sin alijo,
Dejando raíces, casa y capricho procedente,
Lo que media vida da por consecuente,
Y si eres inmigrante sabrás el prefijo.


Con foto en mano, y en lo ilusionado, rotos,
El horizonte, ya no es por tesoro,
Y la conciencia que era como las frescas olas,


No vuelan, no se alzan; sin voces ni votos,
Nos ha dejado el destino, que ha rugido como gran oso
Indomable,, y nos ha marcado como disparo de bala.





Quise abrir los secretos de mis ojos,
Y no me dio tiempo, ni segundo tuve,
La sombra se me hizo cima, y me contuve,
No quería morir, inmóvil, sin anteojos.


Me vislumbraba pesadilla, y tuve antojos,
Quise empezar a creer y alto en una nube,
Me vi insuficiente, en errores que anduve,
Meditando en volver, y perdonando los enojos.


No sería igual, presencia he tocado,
Perpetuo el contacto de la muerte ha sido espina,
Pero su propia rosa ha quitado escalofríos.


No me engañaré terror silenciado,
Porque he valorado, lo que del tiempo es pamplina,
Sintiendo en mi espalda, lo que he notado como fríos.






No era rutina, el cansancio clamado,
Mañana sucesiva y diferente,
Coqueta con su espejo transparente
No le faltaba azul de ojos, plateado,


Y con el labio superior más enrojado,
Su cabello rubio le era por luciente,
Maquillaje exuberante, y en oreja pendiente,
Mujer de bandera era, para el sentado.


Y en tren matinal, qué decir del perfume,
Cómplice entre tren y perfume diario,
Alegría al olfato tan obrero.


Secretaria entaconada que asume
Ser siempre mirada de itinerario,
Esbelta muñeca como recuerdo primero.




Con nombre como de guerrero y guerrillero,
Por valiente y muy esforzado inmigrante,
Voló un largo océano de azul flamante,
Y abnegación de su pueblo primero.


Su sueño por doble, hispánico y entero,
En decisión, al dejar lo suyo para ser errante,
Siendo consciente del valor constante,
Ante lágrimas de padres, en consejo certero.


Sin saber el destino equivocado,
Y emblemáticamente en familia,
El mismo llanto llora en lo inexplicable.


Y en coraje, por la fe que se ha confesado,
Los silencios parecen tener sentido de vigilia,
Pensando que el lado del bien es amable.






Con perfil de sultana, noble y almidonada,
Con nombre como de río árabe majestuoso,
Y su pelo carbón negro portentoso,
Era adolescente española y europeizada.


Con carácter de vida normalizada,
Estudiaba en el saber de lo curioso,
Avispada para defenderse de todo lo odioso,
Con su mochila minibiblioteca iba sentada,


Dispuesta a aprobar en derechos y obligaciones,
Normal ante la espera de ver a los amigos,
No distinta porque en libertad sonreía.


Trece años son, como flores sin coacciones,
Muchos días, en que sus padres sembraron trigos,
Para una joven niña, que por su futuro vivía.




Era hombre, y en sensibilidad amante de las flores,
En la decisión de inmigrar a donde el euro es oro,
Destino de historia que siempre el dinero adoró,
Luchas que para conseguir son temblores.


Y encontró, en el tren causalidad, viles horrores,
Lo opuesto, él quería hacer tesoro,
Dar a familia un equilibrio, exploró,
Contra dificultades que le eran temores.


Vuelvo para tomar a mi mujer en flor,
Pronto a dar a luz, y darme un retoño,
Macho o hembra, pero sano, en mi Colombia.


Y una vez seamos tres, con el mayor candor,
Pasearé con mi esposa y mi niño en retoño,
Recordando a España que fue como novia.






Con los respetos merecidos por ser luchador,
Aunque no le siguiese la dichosa y llamada suerte,
Ceniciento esta vez, de apellido muerte
Como personaje, le hicieron espectador.


Hombre de maletín, por comercial encubridor,
De carácter abierto, y a los problemas no inerte,
Gustaba de emprender, tarea que no incierte,
Líder en proyectos para ser organizador.


Jugador de deportes, por ser y sentirse sano,
Hogareño por formar su familia,
Esposo de su esposa, por amigo y amante.


Sus últimos largos, realizados temprano.
A cartas, y con tortilla de patatas lidia,
Era campechano, y en amistad, flamante.






El andén fue lo último que sus pies pisaron,
Ignorando, cuando era campeón de la inmigración,
Aposentado en éxito, y ya en doble nación,
España y República Dominicana izaron,


Su título por próspero, lo que desearon,
Instalarse en democrática visión,
Y en Europa arriesgarse por intuición,
Y con riesgo, fortuna programaron.


Tres niños heredarán lo del mejor mundo,
Frigorífico lleno, y mochilas de marca,
Estudios y universidad de oportunidades.


El tarareo de su música inundó,
De buen genio, lo que la ayuda abarca,
Anular con verdades, desigualdades.






Humanitaria por su decisión,
Estudió para ser altruista obligada,
Meritoria postura de colega, y aprobada
En tiempo y ocios, era ayudar vocación.


Joven, luchadora por ideas de acción,
Pertenecía a la sensibilidad dada,
Y por observadora personalizada,
La gente y su sentir, le eran profesión.


En el día a día, como en una balanza,
Su trato con inmigrantes le ausentaba,
Valorando lo que se tiene, sin quejarse.


Seguramente en el tren, pensaría en confianza
En cómo compartir el trabajo que le gustaba,
Con el compromiso a qué aferrarse.




Soñadora, como personaje de novela rusa,
Queriendo sepultar la historia desastrosa,
A la que pueblos al romperse, losa
Son de dolor, enebrando con voz intrusa,


La rotura de la hija, que por amor se hace ilusa,
Ante la despedida de la madre amorosa,
Y el beso del padre en lejanía presurosa,
Que llora siendo su lágrima difusa.


Nicoleta, abierta como compañera,
Merecedora propia de su simpatía,
Colaboradora con el balón en juego.


A Rumania, país en la espera,
Un gran ramo de rosas enviaría,
Para una madre que en silencio hace ruego.





Madre que en la lejanía próxima,
Abraza por teléfono a su querido hijo,
Deseo quebrantado cuando marca el prefijo,
Al país, donde su medio corazón lastima.


Mama, pronto podremos dejar la cima,
La separación que no aguanto y que exijo,
Y con la rapidez del viento, ven fijo,
Pues no entiendo cuando el ahogo es por estima.


Las perspectivas, peldaño a peldaño,
Euro a euro, día a día llegaran.
Y el prometido coraje de madre de emigrante,


Le anuncia, el sin retorno, en el fin de año,
Explicaciones que no prosperaran,
Palabras en distancia, y sin navegante.





Lo difícil en las circunstancias dolorosas,
De la que es siempre muerte inesperada,
Para el que acabó es silencio, y anonadada
Quietud rodeada de cipreses sin flores rosas.


No gozaremos más de los amores y cosas,
Cuando tú mujer eras mi consolada,
La fuerte, aunque te sintieras aislada,
La que hoy lloro, la mejor de las esposas.


Recuerdo tu sinceridad, y gratitudes
Te devuelvo, y aunque tarde lo digo,
Quiero y hago alarde del tiempo y los momentos,


En que tus caricias y tus virtudes,
Me formaron haciéndome más que tu amigo,
Tras siete años en que me distes encuentros.





Extranjeros, nombran religión sin espanto,
Enseñados por una biblia en América enseñada,
Criados para dar testimonio en cruzada,
La que habla del perdón como único manto.


Parecía un idioma distinto en su canto,
Evangélicos, muerte insospechada,
Inmigrantes de promesa esperanzada,
Hombres y mujeres como con fe de amianto.


Hablaban orando, de un cerca de ti Señor,
Como fuera de sí, enamorados,
Como no entristecidos por la muerte.


Respetándose, como olvidando el temor,
Pareciendo felices y no desilusionados,
Dicen, porque creen en Dios más que en la suerte.





Y es que en silencios han sido reducidos,
Los proyectos en doble de los padres, y los hijos,
Trayectos que un día fueron como fijos,
La ida y vuelta, por arriba o abajo seducidos.


Los dos, sólo por años distinguidos,
Como amigos hablando de los regocijos,
Entrenándose por la edad entre los entrecijos,
Saboreándose afectos permitidos.


De qué haremos mañana y el fin de semana,
Si del guardar de la novia, como perla guardada,
Y del ahorrar para el piso cuando llegue vejez,


Y del soñado ir a la despedida hermana,
Para que la amistad privilegiada,
En futuro, dé el fruto de preñez.




Cayó, y como por un golpe asustado,
Callado, como dormido, por vivo y no muerto,
Después, viéndose en un hospital, como en buen puerto,
Pensando, que por más causalidad me he librado.


En la historia periodística y en lo citado,
El joven Madrileño, con su ojo derecho abierto,
Sangrando y exigiendo el máximo acierto,
Parece mentira todo lo que se ha montado.


Fotografía que ha dado la vuelta al mundo,
El rostro que por único delito tiene la vida,
Prosperidad en el trabajo e ilusiones,


Y lo que dentro del revelado profundo,
Nadie sabe, por milagro o circunstancia parecida,
En tren que sigue en marcha y para en las estaciones.


ENSAYO DE 30 SONETOS.CON SOPORTE DE LA UNESCO.
LOS MARZOS DEL ONCEEME.
HUMANISTA ANTONIO MARTINEZ DE UBEDA LINDEN.
DE LA ASOCIACION DE ESCRITORES Y ARTISTAS ESPAÑOLES.

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